viernes, 3 de diciembre de 2010

El caballero Arnaldo

Al caballero Arnaldo le gustaba las setas asadas con la salsa de carne. Pero para su desgracia cada vez que las comía le salían unos granos enormes en la cara. No podía evitar comerlas, sabía cuáles eran las consecuencias, pero era tal su ansia, que a veces ni lo pensaba. Al final siempre se miraba al espejo y se entristecía, porque gracias a sus comilonas su cara parecía una paella valenciana.


Así que decidió ir al médico del pueblo, que le dijo que eso no podía seguir así, que no podía seguir tomándose las setas. Pero... viendo al pobre Arnaldo tan desesperado y con tanto gusto por su comida... se le ocurrió un jarabe que le ayudaría y podría comer todas las setas.
Pero... como todo nuevo invento... alguien debía encontrarse con los efectos secundarios.

La primera vez que tomó el jarabe, empezó a sentir un calor muy fuerte. Aquel fuego se expandía desde el estómago, hacia todos los lugares de su cuerpo. Cuando alcanzó su corazón, le salió una llama dejando un agujero grande en la armadura. A Arnaldo le parecía que tenía un valor y una fuerza extraordinarios. Sorprendido ante tal efecto volvió a beber del jarabe, de manera que cada nuevo trago la llama se hacía más grande y su fuerza también. Podría ser un nuevo arma para luchar contra los gigantes del bosque.

Así, decidió tomar cada día dos cucharadas del fabuloso jarabe. Una cucharada bien cargada al levantarse, y otra al acostarse. Al cuarto día en el que Arnaldo había estado realizando tal rutina, una vecina se aproximó a su casa para pedirle algo de sal. Cuando Arnaldo abrió la puerta, la vecina se asustó y pegó un gran brinco.

La cabeza de Arnaldo estaba coronada con setas de igual tamaño. Todas ellas, ordenadas de forma casi compulsiva, hacían junto con su fuerte pelo un bosque frondoso de hongos naranjas y grises. La mujer intentó sobreponerse del susto e ignorar el extraño suceso.Le pidió la sal y no le mencionó nada más. Intentó no mirar hacia la cabeza de su vecino y centró su atención en la sal. Pero la sorpresa fue mayor cuando Arnaldo extendió su mano ofreciéndole un salero:! Cinco champiñones en lugar de cinco dedos! Aquello sobrepasó la templanza de la mujer que comenzó a gritar y a correr alejándose por el camino...

Llegando lo más rápido posible a la casa del médico, que anda cenando junto a su familia. Le comento que había ido a casa de Arnaldo, y que extrañamente se estaba convirtiendo en setas, hongos… El médico no lo podía creer, por lo que ambos partieron a la casa de Arnaldo.
Llamarón intensamente a la puerta, pero nadie les habría, por lo que de un golpe seco, rompieron la puerta, y vieron que….

6 comentarios:

  1. Así que decidió ir al médico del pueblo, que le dijo que eso no podía seguir así, que no podía seguir tomándose las setas. Pero... viendo al pobre Arnaldo tan desesperado y con tanto gusto por su comida... se le ocurrió un jarabe que le ayudaría y podría comer todas las setas.
    Pero... como todo nuevo invento... alguien debía encontrarse con los efectos secundarios.

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  3. La primera vez que tomó el jarabe, empezó a sentir un calor muy fuerte. Aquel fuego se expandía desde el estómago, hacia todos los lugares de su cuerpo. Cuando alcanzó su corazón, le salió una llama dejando un agujero grande en la armadura. A Arnaldo le parecía que tenía un valor y una fuerza extraordinarios. Sorprendido ante tal efecto volvió a beber del jarabe, de manera que cada nuevo trago la llama se hacía más grande y su fuerza también. Podría ser un nuevo arma para luchar contra los gigantes del bosque.

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  4. Así, decidió tomar cada día dos cucharadas del fabuloso jarabe. Una cucharada bien cargada al levantarse, y otra al acostarse. Al cuarto día en el que Arnaldo había estado realizando tal rutina, una vecina se aproximó a su casa para pedirle algo de sal. Cuando Arnaldo abrió la puerta, la vecina se asustó y pegó un gran brinco.

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  5. La cabeza de Arnaldo estaba coronada con setas de igual tamaño. Todas ellas, ordenadas de forma casi compulsiva, hacían junto con su fuerte pelo un bosque frondoso de hongos naranjas y grises. La mujer intentó sobreponerse del susto e ignorar el extraño suceso.Le pidió la sal y no le mencionó nada más. Intentó no mirar hacia la cabeza de su vecino y centró su atención en la sal. Pero la sorpresa fue mayor cuando Arnaldo extendió su mano ofreciéndole un salero:! Cinco champiñones en lugar de cinco dedos! Aquello sobrepasó la templanza de la mujer que comenzó a gritar y a correr alejándose por el camino...

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  6. Llegando lo más rápido posible a la casa del médico, que anda cenando junto a su familia. Le comento que había ido a casa de Arnaldo, y que extrañamente se estaba convirtiendo en setas, hongos… El médico no lo podía creer, por lo que ambos partieron a la casa de Arnaldo.
    Llamarón intensamente a la puerta, pero nadie les habría, por lo que de un golpe seco, rompieron la puerta, y vieron que….

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