Infancia, estudios, moda,… todo aquello que envuelve mis sueños. Pasado, presente y futuro, todo aquello con lo que puedo soñar, se esconde bajo mi cálida y colorida cama.
Ahí están, rubias, pelirrojas, pequeñas, grandes,… ¡están todas! Ellas me han acompañado durante toda mi feliz infancia, me han ayudado a crecer y a sentirme adulta. Estas pequeñas amigas me enseñaron a comprar, a organizar fiestas, ¡hasta montar bodas con el apuesto Ken! Y aun siguen a mi lado, mis pequeñas muñecas, bajo mi cama, durmiendo en la lejana y estimada cajita azul.
Pero las muñecas no están solas, el tiempo pasa y llega la madurez y el estudio. Y lejos de esa vieja caja azul, me encuentro con una sofisticada caja oscura que al abrirla sólo se escucha el sonido de una magnífica guitarra, y música, mucha música que choca con los alborotados apuntes de una época llena de estrés y verdadera tensión. Esta caja sólo esconde pues, años de auténtico contraste, entre la locura de noches y noches de estudio preuniversitario y la calma de esas notas musicales que me ofrecían descanso al flotar entre sus suaves melodías.
Y entre añoranza y sofisticación se encuentra la afortunada caja del cambio del tiempo y las modas, la cual custodia todos aquellos originales, coloridos y queridos complementos tan usados por las mujeres: ¡los bolsos! Podemos encontrar desde el despreciado por su forma y su color, el cual es imposible de combinar, pero al cual queremos por ser un… ¡regalo!, hasta el más ansiado y maravilloso bolso, capaz de vencer el paso del tiempo.
Por tanto tres son, y tres serán las cajitas que en su interior guardan parte de mi caminar.